Preguntarte si alguna vez has cometido un error de esos que te dejan con el estómago encogido o sin poder dormir es completamente innecesario. Seguro que sí… ¡ y los que te quedan por cometer!
Todos hemos dicho algo que ha lastimado tanto al otro que quisiéramos tener un botón de “rewind”.
Todos hemos hecho alguna vez algo que ha generado un problema a alguien.
Y todos los que tenemos una empresa hemos fastidiado un proceso con un cliente y hemos querido que la tierra nos tragara.
La pregunta más bien sería: ¿Cuanto tiempo te dura la angustia por el error? ¿Cuantos días se te encoje el estómago al recordarlo? ¿Cuantas veces te dices: “si es que siempre me pasa igual, soy un desastre”?
Hay dos reacciones posibles a un gran error:
- Sentirte culpable. La angustia te atrapa, y no paras de darle vueltas al tema. Te sientes fatal contigo y te regañas. Rumias y rumias lo que acabas de hacer y sientes coraje e impotencia.
- Asumes la responsabilidad. Dices: “Pues si, chica, la has “$@%&@”. Pues nada, habrá que hacer algo con esto.” Y entonces vas y pides disculpas, analizas de dónde vino el error para que no vuelva a suceder, buscas una posible solución y si no existe… aprendes de lo que pasó y creces.
Como ves la opción uno…. utilidad más bien poca. Es lo natural, eso sí. Todos pasamos por ahí en un primer momento “post error”. Y forma parte de la naturaleza. Pero si lo piensas…. al otro, al agraviado, al ofendido o al lastimado no le sirve de nada. Y a ti solo te sirve para sufrir.
En cambio la opción dos, la de relativizar… ¡esa ya resulta de mayor utilidad! Te pone en modo crecimiento, en modo resolutivo y en modo creador. A la persona que lastimaste o agraviaste le muestra que te importa y se siente tenido en cuenta y tú… Tú sales del modo de victimización para pasar a un estado que te permite crecer y seguir avanzando.
El problema es que pasar del estado 1 al estado 2 requiere de humildad y valentía, y ciertamente te saca de tu zona de confort. ¡Pero tomar la decisión de hacerlo es un segundo! Un segundo que te ayudará a ser un poquito más feliz. Y yo creo que tu felicidad vale la pena el esfuerzo. ¿No?