(Descargable al final del artículo)
Últimamente se habla mucho de la experiencia de los clientes, de la importancia de generar conexiones emocionales con ellos y de lograr que se conviertan en embajadores de nuestra marca. Y prácticamente todas las empresas, con mayor o menor éxito han intentado diferentes estrategias para lograr esta conexión.
Sin embargo, parece que no todas tienen en cuenta algo: Un cliente que es capaz de acampar durante horas delante de una tienda para comprar el último modelo de un aparato no puede ser atendido por un empleado desconectado emocionalmente de su empresa.